Os miro jugando, comiendo, llorando, riendo, y si me paro a pensar aún hay momentos en los que me pregunto: ¿es verdad? ¿soy madre de estos tres tesoros?
Fueron diez años de búsqueda. Primero ilusionada, como cualquier pareja que decide que ya ha llegado el momento y cree que es cuestión de calcular días y dar en la diana en cuestión de pocas semanas o meses.
Después inquieta, cuando un mes tras otro descubres que, aquello que parecía tan sencillo y natural en tu caso no tiene visos de hacerse realidad en tu caso. Al menos a corto plazo.
Esperanzada más tarde, cuando te dicen que la ciencia puede ayudarte a conseguir tu sueño y suspiras aliviada pensando que por fin encontraste la solución.
Triste y desolada, cuando intento tras intento la respuesta siempre es no, y no, y no. Rabiosa con la vida que te da tanto de todo pero no lo que más anhelas. Con la gente que te dice, pensando que te consuela: tú si que estás bien, que no tienes obligaciones y puedes entrar, salir, viajar, dormir, mimarte y dedicarte a ti misma por entero.
Llegasteis cuando menos esperanza tenía. Cuando el muro de los 40 años me había golpeado brutalmente en las narices. Cuando empezaba a hacerme dolorosamente a la idea de que la vida me negaba gestar, amamantar, acunar, abrazar y consolar a mi propio bebé.
Llegasteis a la vez y por triplicado para resarcirme de tanto deseo, para desbordarme de tanto amor y hacerme sentir inmensamente privilegiada. Para hacerme sentir culpable a veces de no tener seis brazos para acogeros y tres bocas para besaros al mismo tiempo a los tres.
'¿No quieres caldo? ¡Toma tres tazas!' Y me atiborro de vuestras risas y vuestros abrazos cuando llego de trabajar y corréis a mi con esa sonrisa y esa media lengua que me vuelve loca: ¡¡"mami, mami"!!
Llegasteis cuando teníais que llegar, aunque a mi me pareció que tardasteis mucho. Y os veo durmiendo, cuando os puedo contemplar con detalle y me lleno de amor, y me digo a mi misma: sí, todo mereció la pena. Los llantos, la espera, la rabia, el dolor. Vosotros, mis niños, lo merecéis todo.
Y no me lo creo a veces, pero sí, estáis aquí, llenando mi vida de sentido.
Fuente de la imagen: www.openphoto.net
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