Una de las cosas que me preguntaba la gente cuando anuncié mi embarazo fue: ¿y ahora que haréis con el gato?
¡¡¡Yo no me había planteado hacer nada con el gato!!! Es decir, no veía incompatible tener bebés y tener un gato. Pero no se por qué, algunos se empeñaban en afirmar que era peligroso, que si podría hacerles daño, que si yo podría contagiarme de toxoplasmosis durante el embarazo...Lógicamente lo primero que hice fue informarme de esto último. Y me dijo el ginecólogo que era muuuuuy difícil contagiarse de toxoplasmosis a través del gato. Qué más fácil era cogerla (y aún así no es tan sencillo), comiendo verdura mal lavada o carne cruda. Para que el gato me contagiara, primero tendría que estar él infectado. Después, tendría yo que tocar sus cacas y llevarme las manos a la boca. Bastante improbable, ¿no?
Así que me recomendó como única precaución no encargarme de limpiar su arena, y tener una buena higiene general del gato (que ya de por sí es un animal muy limpio). Nada más.
La siguiente preocupación era qué pasaría cuando nacieran los niños. Nos decían que el gato tendría celos y les podría atacar. Así que nos pusimos en contacto con un especialista en comportamiento gatuno que nos explicó lo que teníamos que hacer. Nada de hacerle oler pañales de bebé como dice mucha gente. Bastaba con mostrarles a los bebés para que pudiera olerlos y familiarizarse con ellos, y no dejar de dedicarle al gatito su ratito de mimos y caricias para que no se sintiera desplazado.
Y así lo hicimos. Dos años después, Bertín,(así se llama nuestro gato), quiere a nuestros niños y ellos lo cuidan y respetan. Se pelean por darle alguna chuche y acariciarlo, y es un miembro más de la familia.
Por cierto, cuando ven algun gato en fotos, algún dibujo o por la calle, dicen los tres a coro; mira, mira, un Bertín!!!
Aquí os dejo un video.
Besos.
Todas las personas deberían informarse así como tú!
ResponderEliminarFelicidades por tus tres bebés y tu hermoso gatito <3